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lunes, 29 de septiembre de 2014

Lo económico en el sexo enajena: es teatro color de piel

Gustavo Rojas y Andrea Oriza
en uno de los desnudos de Ilegal
Ilegal es propuesta riesgosa. Esto es bueno cuando se hace teatro a sabiendas de que en un escenario se inventa la libertad. El texto, interesante, le pertenece al dramaturgo Luis Araújo, quien, con la conducta humana, señala hasta dónde son alienantes las relaciones de mercado, las que convierten en mercancía la condición humana. Es el destino trágico, cargado de determinismo, de una mujer prostituta, inmigrante y sin protección social. Es ella ante hombre-animal de rapiña. Este tiene dinero para dar rienda suelta a sus perversiones ante el desamparo de la mujer. (Ella: Yo vendo lo que tú compras; Él: Yo compro lo que está en venta). El actor Gustavo Rojas logra darle intensidad a su personaje, lo llena de matices, convence con él y con su carnalidad descarnada. La actriz Andrea Oriza no le soporta el tren dramático y solo por momentos logra sacudirnos con la supuesta angustia de una mujer-víctima. La música y la escenografía se dan como signos valiosos para darle ímpetu a los acontecimientos. Los desnudos de actor y actriz no siempre son oportunos, por momentos son vacíos y, en otros, más bien contaminan la naturaleza dramática del texto: "es bueno el culantro, pero no tanto". Pese a esto, es de elogiar el gusto e instinto del director Jaime Hernández para llevar este tema de impacto social a buen puerto dramático.

martes, 23 de septiembre de 2014

"La colección" de Harold Pinter según el Teatro Estudio

Harold Pinter es un gran dramaturgo, no hay duda, y siempre sus textos son sugerentes para que alguien los lleve a escena y uno quiera verlos 

En Costa Rica, ahora, el grupo Teatro Estudio ganó un proyecto (Escena Viva) y acaba de cerrar temporada con la obra de Harold Pinter titulada La colección. Se trata de una comedia para desenmascarar los juegos de la hipocresía, sobre todo cuando hay asuntos amorosos de por medio. Son dos parejas. La esposa de una le cuenta a su marido que estuvo con un colega en determinado hotel. El marido busca al tipo y comienza un juego de mentiras que puede ser de verdades o uno de verdades que puede ser de mentiras. Pinter solo desnuda ese juego de apariencias. El problema de la puesta es escena del grupo es su falta de dinamismo, al punto que ni parece comedia ni se convierte en drama. Culpa de la deficiente dirección de mi amigo Leonardo Perucci
Su lentitud es ceremoniosa, de funeral, mientas los personajes se la pasan tomando licor sin que nunca se vean ebrios. La verdad es que las actuaciones, en su conjunto, son deficitarias, superficiales, sin retro-alimentación entre ellas: van de malas a peores, como si solo encarnaran una anécdota. Luis Carlos Vásquez es el peor, parece principiante asustado. Bernardo Barquero no corrige aún su pésima dicción. Tatiana Zamora solo flotó por ahí y Arturo Campos se esforzó, él solo. Interesante la escenografía, sin ser original con este texto; buen trabajo de luces, pero nunca fue acertada la banda sonora (no funcionó como subrayado). Resultado frustrado para un intento pinteriano.

lunes, 15 de septiembre de 2014

Luego del 1, obvio, ahora el Volumen 2 de "Ninfomanía"

El filme ajusta el duelo entre coherencia y caos. Entre razón y pasión. Entre sexo y cultura. Orgasmo y arte. Clítoris y religión. Lo sagrado con la blasfemia. Metáforas del duelo entre este cine provocador con respecto al cine convencional de la gran industria.

Un promedio de cinco horas para una película es demasiado, así nos la dividan en dos partes. Estamos ahora con Ninfomanía Volumen 2 (2013) de Lars von Trier y sigue la misma trama: una mujer -Joe- se confiesa de ser hipersexuada, cada vez con menos culpa, pero en búsqueda de redención. Su deuteragonista es un viejo solterón -Seligman-, quien oye a dicha ninfómana con paciencia cuaresmal. En esta segunda parte, se impone la presencia sólida de la actriz Charlotte Gainsbourg. Ella le da peso dramático al filme, pero extraño a la actriz Stacy Martin de la primera parte, quien encarna dicho personaje -más joven- con sugerente erotismo. Ninfomanía Volumen 2 llega con ritmo más lento, con diálogos más académicos y con sucesos que se alargan más de la cuenta. Sucede que Von Trier  defenestra su trabajo con la aceleración final de la película: injustificado cambio narrativo, donde un personaje gira sin explicación para, así, imponer “lo trágico”. Hay momentos más bien cansinos, como la secuencia sadomasoquista, que solo define la buena actuación de Jamie Biell.
Para leer la crítica completa, CLIC en este enlace:
http://www.nacion.com/ocio/cine/Critica-cine-Ninfomania_0_1439256078.html

miércoles, 3 de septiembre de 2014

El Volumen 1. "Ninfomanía" del danés Lars von Trier

Con su cine y sus reglas del manifiesto Dogma 95, no sé si el realizador danés Lars von Trier es un provocador inteligente o un alborotador excéntrico. Lo cierto es que tanto Lars von Trier como su colega Thomas Vinterberg, con dicho manifiesto, proclamaron un arte alejado de los efectos especiales dominantes en el cine actual. Von Trier ofrece ahora una película de cinco horas promedio que ha sido dividida en dos partes para su explotación comercial: Ninfomanía (2013). Dicho filme es parte de una trilogía llamada “De la depresión”, pero a los cines de Costa Rica solo ha llegado ésta. Antes de Ninfomanía están Anticristo (2009) y Melancolía (2011). En todo caso, el “final” de Ninfomanía Volumen 1 no está nada mal: cierra bien una situación y abre expectativas sobre lo que vendrá (especie de celada narrativa). La película es la suma de situaciones distintas unidas por una mujer que le habla a un viejo solterón sobre su “yerro” de la hipersexualidad. Aún se discute sobre si la ninfomanía es obsesión, adicción o compulsión, pero en el filme comienza a verse como pecado, con alguna misoginia. Luego sentimos que se nos lleva hacia otra explicación, gracias a la presencia del viejo, quien contagia el tema del sexo con otros asuntos. Ese discurrir es lo mejor del filme, apuntalado con bien logradas imágenes (bien lograda la relación entre la música de Bach con los distintos tipos de acercamiento sexual). Todo ello dicho todo con naturalidad, sin pedantería intelectual. La relación entre culpa y ninfomanía se formula bien en esta parte, sin alardes freudianos para expresar la búsqueda incesante del erotismo y del orgasmo. Se trata de la mujer, a quien la sociedad le niega la sexualidad que sí le permite al hombre. Los diálogos son transgresores: nos hacen sentir ante un buen filme, aunque por secuencias resulte disperso.
Para leer la crítica completa:
http://www.nacion.com/ocio/cine/Ninfomania-Cine-Von-Trier-misterio_0_1436856311.html