Como ciencia-ficción, era de esperar más de la película
Elysium (2013). Esto por el nombre de su director: el sudafricano
Neill Blomkamp. Sobre todo por su anterior título
Sector 9 (2009).
Elysium se inicia bien al mostrar un futuro agotado por la contaminación ambiental y por el crecimiento ilógico de la población (dos temores presentes). En esa realidad, los ricos han logrado construir un mundo aparte en el espacio, una estación toroidal, donde disfrutan de bienestar. Abajo queda el resto humano, especie de proletariado donde campean los vicios, los crímenes y lo que degrada al ser humano.

El paradigma es sugerente. Sin embargo, el filme no desarrolla bien su trama y pierde la esencia del género fantástico para devenir en película de acción rutinaria. Con exageración febril, el ritmo del relato va a saltos y trompicones, con una seguidilla constante de secuencias cortas, lo que le es dado por un montaje plagado de cortes. Entonces, la historia también se difumina: todo en el filme es intenso, sin pausas. Lo peor es su falta de lógica interna: sus incoherencias son constantes, pero es difícil señalarlas aquí, so pena de adelantar la trama. Mínima calificación.
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