'El Sanatorio' es filme que no se sana ni a sí mismo

Cada día, el cine costarricense se ve en la dualidad de ser una opción de arte con filmes serios para contribuir a la búsqueda de una identidad propia o de ser simple entretenimiento, sin pretensiones artísticas, copia de escasos recursos del cine de Hollywood. Dos cintas en cartelera son signos de lo anterior. Dentro de la primera temática está ese buen filme que es El último comandante (2010). Dentro de la segunda onda, la del cine “tuanis” y sin autoexigencia, tenemos El Sanatorio (2010), con la dirección de Miguel Gómez. Es sobre la presencia de espectros en el histórico Sanatorio Durán, ubicado en Cartago, que –en algún momento– fue hospital para tuberculosos. Ni los personajes están bien diseñados ni los actores hacen el mayor esfuerzo para encarnarlos bien, excepción hecha de María Luisa Garita en el papel de Lulú, la médium. Los diálogos resultan malacrianzas dichas una y otra vez: ultrarrealismo para describir a la juventud del país y, por esa ruta, lograr un efecto de humor fácil (¡en esto, es listo el director Gómez!). Con su argumento mínimo (¿guion?), con la estulticia como eje de los sucesos, con sus personajes fatuos (uno de ellos es reflejo irónico de otro conocido director de cine costarricense), con malas actuaciones, con su música cajonera, con su cámara mareante (¿fotografía de qué?), con su montaje por asaltos visuales y con su actitud suicida, el filme no encuentra los hilos para llegar a ser un relato bien estructurado: la propia “peli” corta sus mejores momentos de suspenso en suicidio ritual o haraquiri. (wílliam venegas)

Quienes quieran leer la crítica completa [más amplia] la encuentran en:

http://www.nacion.com/2010-11-02/Entretenimiento/NotasSecundarias/Entretenimiento2575342.aspx