La otra Navidad, la del pesebre, sin comercio

Ya es Navidad y solo me evoca mi tiempo de niñez, cuando hablábamos del nacimiento del niño Jesús. Especie de pleonasmo, porque si nacía tenía que ser niño. Entre juegos, hablábamos de lo que nos traería el Niñito Dios, con más ingenuidad que fe, y siempre quedábamos satisfechos, aunque a aquellos, los carajillos de los hogares de los ricos, les traía mejores cosas. Se hacían portales en las casas, amorosa percepción franciscana, que fue Francisco de Asís, poeta y hombre bueno, quien creó esa tradición. Y con los rezos del Niñito había ponche, galletas y arrocito con pollo sin hormonas: había sentimiento de comunidad. No sé a qué hora se fue metiendo el gordo bonachón de Colacho, ícono de una Navidad más bien pagana, que la publicidad, el consumismo y, en general, el capitalismo también pagano llenaron de luces comerciales. Aún se dice ¡Feliz Navidad!, porque el espíritu humano resiste. Hoy se tiene otra Navidad, la de los centros comerciales, la de un Colacho Jojó que ni conoce al Niño Dios: Navidad que es mercancía dentro de esta sociedad globalizada que, traicionera, nos quita la identidad de lo propio. (wílliam venegas)